Petra, la espléndida capital de los nabateos


El tesoro más preciado de Jordania fue antiguamente la capital del reino de los nabateos, quienes se instalaron en ella en el siglo VI a.C.. La “Ciudad Rosada”, es considerada uno de los destinos más espectaculares del planeta. La entrada a esta maravilla pétrea a través del Siq ,un desfiladero de 1,5 kilómetros de longitud que discurre entre paredes de 80 metros de altura– es un preludio de lo que depara su interior.
Anteriormente, este territorio estuvo ocupado por los edomitas, que huyeron hacia Hebrón con la llegada de los árabes. Su época de máximo esplendor tuvo lugar con el rey Aretas III, quien expandió el imperio hacia Siria, Arabia Saudí y conquistó Damasco. La prosperidad de Petra se basaba en el suministro de agua y la seguridad que otorgaba a los comerciantes que la cruzaban con sus vehículos repletos de especias, seda y productos exóticos.
Lo que más llama la atención de Petra es su impresionante arquitectura, actualmente su principal reclamo turístico. Sus diferentes monumentos fueron excavados directamente sobre la piedra, manteniendo así su característico aspecto rojizo. Algunas de sus fachadas de estilo griego o helenístico fueron levantadas tras la conquista del Imperio romano que, a pesar de ocupar y controlar el territorio, dejaron a los nabateos cierta autonomía. Con la muerte del último rey de Petra, Rabel II, Trajano decidió trasladar allí la capital de la nueva provincia romana en Arabia. Petra también fue dominada por el Imperio bizantino, por los árabes y fue reconquistada en las cruzadas.
Su belleza radica en su original arquitectura, además de los acantilados y desfiladeros de más de 80 metros de altura que guardan algunas de sus joyas históricas más preciadas.
 El primer edificio que se encuentra, esculpido y horadado en la piedra, es el del Tesoro, célebre por su aparición en la película de Indiana Jones y la última cruzada. Los pasos se pierden por los secretos de este patrimonio excepcional hasta llegar a lo más alto de la ciudad, el Monasterio, con unas vistas impresionantes de la ciudad y del desierto del Wadi Rum.
A Petra se le conoce como “la ciudad perdida” no solo porque así lo estuvo durante siglos, desde el siglo VI d.C cuando sus habitantes abandonaran la ciudad y cayó en el olvido, hasta que fue re descubierta en el siglo XIX por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, sino también porque quedó oculta bajo la arena. Tormentas de arena, los terremotos y las numerosas inundaciones la fueron enterrando poco a poco hasta tal punto que tan sólo el 20% de la ciudad es actualmente visitable, aunque las excavaciones continúan desenterrando edificios.
Al contrario de lo que muchos creen, esta admirada ciudad no fue construida en piedra sino excavada y esculpida en la roca, formando un conjunto monumental único que le valió para ser incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad en 1985. Y es que los trabajos debieron ser muy arduos, pues en esta ciudad llegaron a vivir más de 30.000 personas.
Aunque fue ampliada durante su época de mayor esplendor, se cree que Petra nació para los nabateos como una ciudad funeraria, pues ellos mismos la bautizaron como “la ciudad para el día de mañana”. Al principio de los tiempos, según algunos expertos, los habitantes de Petra vivían en jaimas, ya que los edificios excavados en piedra son, en su mayoría, tumbas del siglo III a.C, que varían en tamaño, diseño y ornamentación en función de la posición social del fallecido.
A partir del siglo IV a.C floreció como ciudad comercial gracias a su ubicación en la confluencia de hasta siete rutas comerciales entre Oriente y Occidente, entre Arabia y el Mediterráneo. Tras el establecimiento en Petra del pueblo nabateo, un pueblo nómada árabe acostumbrado al saqueo de caravanas, esta se convirtió en una ciudad próspera y rica gracias al pillaje durante los primeros años y, más tarde, a los altos peajes que cobraban por la seguridad de sus muros. Y es que Petra se ubica entre altas montañas rocosas y sus habitantes se encargaron de construir complejas redes de canales que les abastecían de agua potable, lo que hacía de ella un enclave muy atractivo en el que descansar.
El pueblo nabateo tuvo muy en cuenta los movimientos del sol a la hora de construir sus edificios. Así, algunos de las construcciones más importantes de la ciudad están orientadas teniendo en cuenta los equinoccios, solsticios y otros acontecimientos astronómicos. Un claro ejemplo es el famoso Monasterio, que durante el solsticio de invierno la luz del sol entra por la puerta e ilumina directamente el altar mayor, el motab. También la tumba de la Urna cuenta con un fenómeno parecido, pues su puerta se alinea con el sol durante los equinoccios y durante los solsticios el sol señala las esquinas interiores del edificio.
En la ciudad de Petra, además de El Monasterio y El Tesoro, no hay que olvidar visitar el Altar de los Sacrificios que se encuentra en la cima de una montaña, dominando la ciudad. Lugar de culto para los nabateos, este altar está formado por dos obeliscos de 6 metros de altura, un altar circular y un tridinio, donde se cree que los participantes en el sacrificio a los dioses compartían la cena.

Alrededor de Petra se encuentran tumbas excavadas en la roca que presentan fachadas de tipo helenístico incluido el célebre Khazné y el monasterio Deir, asimismo se encuentran veinte rocas llamadas jinns  que representan quizá a los dioses vigilando la ciudad.

Teatro Petra
Hay un teatro que fue originalmente construido por los nabateos en el siglo I, con una capacidad de 3000 espectadores, y luego fue ampliado por los romanos en el 106 d. C. a 8500 espectadores. Fue tallado mayormente en la roca, pero la parte del proscenio fue construida con una mezcla de roca tallada y de albañilería; tenía un orquesta semi-circular y gradas en tres niveles superpuestos en forma de luna creciente, fue descubierto en 1961 y sacado a la luz por un equipo de arqueólogos americanos.
El Qasr al-Bint, fue uno de los principales templos de la ciudad y una de las pocas estructuras construidas, en vez de tallada en la roca. Destruido por un terremoto, fue reconstruido más tarde.

Durante la dominación bizantina, se construyeron grandes iglesias fastuosamente decoradas con piedra traída de Grecia, Egipto y otras tierras lejanas. La "Iglesia bizantina", descubierta en 1990, fue construida en el siglo V, se encuentra al norte de la calle de las columnas. Se decoraron con mosaicos y teselas de vidrio y piedra, a veces cubiertas con hojas de oro. Su estilo era más bien greco-romano con detalles inspirados en Petra y sus alrededores, en sus plantas y animales. La iglesia fue víctima de un incendio al final del siglo V, que destruyó el mármol (repartido en más de 4000 fragmentos encontrados por los arqueólogos) y dañó más de 140 papiros que se mantenían en una sala adosada perteneciente a una familia acomodada.

Dios Dushara,señor de la montaña
En cuanto a la religión nabatea, eran politeístas árabes por lo que adoraban a un gran número de dioses, algunos propios y otros grecorromanos como Tique o Dioniso. El principal dios nabateo era Dushara, señor de la montaña.

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